Desde la primera oleada tecnológico-cultural, a mediados del pasado siglo XX, se comenzaba a insinuar eso que hoy se conoce como globalización; donde se supone que las culturas se encontrarían, por más diversas que sean, bajo lugares comunes haciéndolas más cercanas, como
una familia.
Pero esto no ha pasado, al menos no totalmente; aunque sí hay gracias a la globalización (como fenómeno universal que circula hasta en los lugares más remotos retocándolos, cambiándolos o transformándolos un poco) cierta uniformación de las culturas, en la que se puede evidenciar una igualación en los gustos tanto de entretenimiento como de vestimenta e incluso nutricionales. Pues, la familia, en un contexto así, parece no tener mucho que hacer en cuanto a la
formación de sus hijos.
Sin embargo, si esto es así realmente, si en la actual era que se vive, los gustos, referentes y demás están dictaminados según lo que el fenómeno de la globalización haga llegar, a cada rincón de la tierra; como el mar que lleva a tierra a un objeto de altamar, entonces qué papel juega la familia en la educación de sus hijos.
Transmutación de valores en la familiaLa familia no puede parar lo que va y viene, lo que entra y sale, con la globalización hacia todas las fronteras nacionales. No puede evitar que los suyos entren en contacto con lo nuevo, lo mainstreams o las leyes y derechos, y demás etiquetas, que impone la uniformación potenciada por las telecomunicaciones. Pero, quizá sí pueda hacer una suerte de reforma.
La reforma sería una herramienta a favor de los padres que sienten que están alienados respecto a la formación de los referentes éticos y morales de sus hijos, que hacen que estos sean personas decentes, educadas, que no eructen en la mesa; por tanto deberá, primeramente:
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Flexibilizarlas reglas ya existentes, evitando la rigidez de las mismas se conseguirá un efecto deseado.
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Practicar la verdadera democracia a lo interno; es necesario dar el derecho de palabra, el derecho a pensar diferente a los hijos, para que sientan que son escuchados más que cuestionados.
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La deliberación argumentativa; a través de ejercicios de comunicación como la deliberación se pueden llegar a acuerdos importantes y razonables entre padres e hijos.
Es decir, la familia en la era global puede modelar a sus hijos con buenos valores pero teniendo en cuenta que el mundo ha cambiado y sigue cambiando.